viernes, 14 de octubre de 2011

El bosque de las manzanas de oro

Cuando se creó el bosque de las manzanas de oro, los intrépidos recolectores de fruta se esforzaban por recogerlas todas y por entregárselas al pueblo para que éste las pudiese admirar y entender. Las manzanas no siempre eran tan bonitas como los ciudadanos esperaban pero, gracias a ellas, disponían de un poder que les ayudaba a que los gobernantes no se saliesen con la suya constantemente. Disponer de las manzanas de oro significaba mucho. Pero fueron pasando los años, y los más poderosos criaron miles de serpientes que liberaron en el bosque. Cuando los recolectores iban a por las manzanas se las encontraban medio mordisqueadas. A veces, ni siquiera encontraban manzanas, sino peras de plata u otras frutas de menor calidad. Siguieron entregando esta fruta podrida al pueblo, que poco a poco se fue dando cuenta del engaño. Mientras, el poder y los más ricos se regocijaban por ser los únicos que tenían a disposición las manzanas de oro al completo. Sin embargo, seguían habiendo manzanas de oro a disposición de todos, pero crecían en lo más alto de los árboles para que las serpientes no llegasen a ellas y los recolectores no se paraban a recogerlas ya que tenían demasiada prisa por ser los primeros en llevarles fruta al pueblo.



Este cuento no es más que un paralelismo con la situación que ha vivido y sigue viviendo el periodismo. La verdad, (las manzanas de oro) , nos es a menudo ocultada o contada de manera imprecisa, ya sea por motivos políticos o económicos. Los periodistas, (los recolectores de manzanas), han sido siempre un estorbo para el poder, que muchas veces hubiese preferido que la verdad fuese ocultada. Los más poderosos han creado estrategias, a veces muy sutiles, para que esto suceda, para tener a los periodistas y, sobre todo, al pueblo bajo su control. Esta es una de las razones por las que el periodismo actual ha perdido calidad, pero no es la única.

Como indica Ignacio Ramonet en su libro “La explosión del periodismo”, diversos factores han impulsado a que el periodismo haya cambiado de manera radical en las últimas décadas. La aparición de Internet como medio global es uno de ellos. Este medio, o canal según se mire, ha supuesto un revolución total de la comunicación. Primero aparecieron los medios tradicionales con su versión digital; le siguieron los blogs, donde cualquier ciudadano, sea o no periodista, puede informar y/u opinar sobre un tema, colgar imágenes o vídeos; y finalmente de las redes sociales, como Facebook o Twitter, que gozan de millones de usuarios que hacen correr la información a la velocidad de la luz. Tanta información al servicio de cualquier ciudadano parece describir una situación idílica del periodismo y por lo tanto de la democracia, pero desgraciadamente no es así. El ritmo acelerado del mundo virtual obliga a los periodistas producir contenidos constantemente, muchas veces sin confirmar las fuentes y produciendo gravísimos errores. Del mismo modo, el tener a disposición tal cantidad de información puede producir en el usuario un estado de infoxicación. Tenemos en nuestras manos más información que nunca, pero estamos igual o más desinformados que antes.

¿Cómo separar la verdad y la mentira si cualquier persona en poseso de un ordenador puede hacer de periodista desde su propia casa? El caso “Tarendeep Gill” es una de las miles de pruebas que demuestran que la verdad está en peligro. Este informático canadiense inventó una noticia según la cual los usuarios de Internet Explorer poseían un cociente intelectual (CI) inferior al de los usuarios de Mozilla Firefox o Google Chrome. Se corrió la voz, y en pocas horas la falsa noticia apareció publicada en los principales medios mundiales (BBC, The Guardian, CNN…). El titular de La Vanguardia pregonaba lo siguiente: “Un estudio asegura que los usuarios de Chrome y Firefox son más inteligentes que los que usan Internet Explorer”. Pronto se descubrió la farsa, pero muchos medios no desmintieron la noticia. Ramonet cita en su libro el escándalo del caso “11-M”, el día de los atentados terroristas en Madrid. Con la información de una sola fuente, que en este caso tenía grandes intereses políticos, muchos medios nacionales publicaron titulares en los que se atribuía la masacre a ETA. Rápidamente fueron desmentidos, hecho que prueba, una vez más, que el periodismo de calidad camina sobre la cuerda floja.
¿Ha muerto el buen periodismo? La respuesta es, por suerte, no. Sin embargo, éste escasea, ya que el coste que conlleva hacer un buen trabajo de investigación es elevado y las pérdidas económicas que está padeciendo el sector son considerables. Los grandes grupos mediáticos apuestan, cada vez más, por contenidos fáciles, de escasa calidad y de bajo coste. Pero siempre hay excepciones. En “La explosión del periodismo” se comenta el caso Die Zeit, revista semanal alemana que apuesta por los artículos largos y de calidad, yendo a contracorriente de lo que es la información a día de hoy: breve, sensacionalista, frívola y simple. Die Ziet ha tenido un éxito considerable, su tirada supera hoy los 500.000 ejemplares.

¿Y en España qué? En nuestro país podemos disfrutar de artículos de calidad siempre y cuando estemos dispuestos a pagar por ello. Un claro ejemplo es la revista Orsai, creada este mismo año por el escritor y periodista argentino Hernán Casciari. La revista, que puede concebirse como un libro, es trimestral, no contiene publicidad y se difunde, sobre todo, por América Latina y España. Sus artículos, interesantes y largas reflexiones, están redactados por importantes periodistas de habla hispana. El precio de la revista es de 12 euros en Latinoamérica y 16 en España. Por desgracia, a partir de 2012, sus creadores se verán obligados a editar la revista cada dos meses, bajando el precio y disminuyendo el número de páginas de 212 a 148. Les ha sucedido prácticamente lo mismo que a los diarios tradicionales.

¿Cuál es el futuro del periodismo? Según Ramonet, la prensa escrita no desaparecerá, pero su esencia cambiará por completo. Comprarse un periódico no significará querer informarse, sino querer profundizar, analizar y reflexionar. Como consumidores de noticias debemos ser consciente de qué es lo que leemos y no conformarnos con cualquier cosa. Ser capaces de encontrar la información de calidad que se esconde tras tanta niebla.

¿Será la audiencia capaz de hacer este esfuerzo? Depende de cómo se le presente la información. Somos los futuros profesionales de la comunicación los que tenemos en nuestras manos la capacidad de cambiar la historia, de devolverle al pueblo las manzanas de oro. Todo es cuestión de quererlo.  


Chiara Dal Cero

4 comentarios:

  1. Este análisis no está mal, pero creo que mezcla demasiado la "necesidad" de la información instantánea y on-demand a las que nos estamos acostumbrando y, poco a poco, nos estamos haciendo adictos, con la típica imagen del poder corrupto (y corruptor) que maltrata y se aprovecha del pueblo.
    No es así: lejos quedó la revolución de octubre (por suerte) y el "poder" está al alcance de cualquiera. Pero ojo. Está al alcance de cualquier "privilegiado" o "poderoso" que en lugar de quejarse (o indignarse), se levanta y hace algo con su vida. El caso Orsai es un ejemplo.
    Este es el verdadero poder y privilegio, y es mucho mejor que una o mil manzanas de oro.

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  2. Estoy de acuerdo contigo cuando dices que estar sentado lamentándote de lo desgraciado que eres no mejorará tu situación. Sin embargo, discrepo cuando dices que el "poder" o la verdad está al alcance de cualquiera.

    WikiLeaks es una organización que ha ayudado a que eso sea posible, y cada vez están apareciendo más organizaciones de este tipo. Pero, por el momento, el señor Assange está acusado de un delito de violación. ¿Sospechoso, no?

    Tenemos acceso a muchísima información pero ¿cuánta nos interesa? ¿Será verdad, será mentira? ¿Cómo lo podemos averiguar? Los grandes grupos mediáticos, con sus grandes intereses económicos lo controlan todo. Le dicen al pringado que se pasa horas delante del ordenador intentando no hacer faltas de ortografía qué se publica y qué no.

    Los datos no mienten: el 80% de las noticias de cualquier medio de comunicación español proceden de GABINETE DE PRENSA! ¿Eso es informar? ¿Eso es periodismo de calidad? El 19% restante proviene de agencias de noticias. El 1% restante es el horóscopo.

    Claro que podemos movernos, consultar medios independientes y de calidad (pagando el respectivo precio) pero, los medios de comunicación de masas: tv, radio, prensa y parte de internet, seguirán rigiéndose por las políticas empresariales citadas anteriormente.

    Creo que hay cosas que deberían estar por encima de todo:

    - La libertad de expresión, y por lo tanto la libertad de prensa. No publicar sólo lo que interesa o lo que vende.

    - La igualdad de oportunidades. Y la posibilidad de desarrollar tus capacidades libremente.

    Por lo tanto, la verdad y la justicia. La igualdad y la libertad no tienen porque ser opuestos. Un capitalismo sin corrupción debería ser posible.

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  3. El caso Orsai, como bien dices, es una de esas excepciones que confirma la regla. Pero, como he comentado en el texto, no está siendo capaz de sostenerse y se verá obligado, en 2012 en disminuir páginas. Le pasa lo mismo que a El País, Le Monde, The Guardian o The New York Times, y eso que el producto que ofrece es bastante distinto.

    Y aquí, dándole la vuelta a la tortilla, le doy la culpa a la población. Una población inculta, ya sea porque la educación es una chapuza o porque los alumnos no quieren aprender. ¿Por qué no quieren aprender? Supongo que porque no tendrán estímulos para hacerlo. Es una lástima que buenas publicaciones como Orsai (16 euros cada tres meses no es prácticamente nada) se reserven sólo para una clase con un grado cultural elevado. Bajo mi punto de vista, este es un problema con raíces mucho más profundas.

    Ayer una universitaria de 19 años se quedó "flipando" al enterarse que sé quien fue Robespierre. "¿Cómo puedes acordarte? ¡Qué crack!". La gente estudia para aprobar y para tener un papel en el que ponga: "graduado en ciencias de la estupidez y la incultura humana". La gente no quiere aprender. Una lástima.

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  4. El sistema Orsai podría ser sostenible. Probablemente solo tiene que adaptarse.
    El cambio probablemente se debe a razones económicas más que culturales. Y si, su target no es la misma gente que pasa sus tardes viendo el diario de patricia...
    Seth Godin está haciendo algo parecido a Orsai, con su The Domino Project. Y han publicado muchos libros. Y tienen beneficios.
    Hay que encontrar que es lo que quieres hacer para aportar valor. Y hacerlo.
    Lo demás, no tiene importancia...

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