sábado, 10 de marzo de 2012

Moda y tendencias, la nueva obsolescencia programada

Hace unos días se presentó oficialmente el nuevo iPad. Altísima resolución, millones de aplicaciones y juegos, una cámara de 5 megapíxeles…en definitiva, un montón de cosas que no necesitamos para hacer nuestro día a día un poco más tecnológico. Aun ser el nuevo iPad – y los anteriores – objetos que prácticamente carecen de utilidad, no nos extrañará ver infinitas colas en las tiendas de Apple el día en que lo pongan a la venta.

La moda y las tendencias nos impulsan a comprar cosas que no necesitamos. Somos capaces de gastarnos la mitad de nuestro sueldo o incluso endeudarnos con tal de poseer los gadgets más novedosos, más a la moda. Lo que un día nos fue impuesto por la obsolescencia programada, hoy nos lo impone la sociedad: nos lo imponemos nosotros mismos.

Tener o no tener, esa es la cuestión.

Los economistas del siglo pasado estudiaron como hacer que la industria no dejase de crecer. Se inventaron los cárteles, grupos de empresas del mismo sector que pactaban los precios y las normas para vender un determinado producto. La teoría de juegos quedó KO. Sectores que tradicionalmente formaban parte del mercado de la competencia perfecta, pasaron a ser monopolios. No importaba la oferta y la demanda, eran los consumidores los que debían adaptarse a las normas del juego y no a la inversa. Para que un cártel funcione se necesita que todos sus miembros acepten las reglas, y que los consumidores se vean obligados a aceptarlas también. Para que esto sea posible, un cártel debe estar formado por empresas que produzcan productos de primera necesidad – como por ejemplo el petróleo –.

Por otro lado se inventó el concepto de obsolescencia programada: los productos debían romperse o dejar de funcionar en un tiempo X para que los consumidores se viesen obligados a comprar artículos nuevos, con el objetivo de no frenar la economía. Fue un buen método durante los primeros años de la revolución industrial, un freno a la sobreproducción. Pero no se tardó en ver que las consecuencias de un consumo tan desenfrenado eran desastrosas. La producción de residuos creció geométricamente, y quienes tuvieron que hacerse cargo de lo que los países del primer mundo ya no querían fueron los países subdesarrollados. A día de hoy, países como Ghana aún padecen las consecuencias de un consumo tan irresponsable, teniendo en su territorio toneladas de residuos provenientes del norte del planeta.

¿El consumo nos consume a nosotros o los consume a ellos?


Diversos intelectuales se han posicionado a favor de la teoría de decrecimiento. Se trata de una corriente de pensamiento favorable a la disminución de la producción con la finalidad de no influir tan negativamente en el medio ambiente. A diferencia del liberalismo económico, que defiende el consumo como el principal método para lograr la abundancia, la teoría del decrecimiento se basa en consumir menos para vivir mejor, en dejar de lado todo aquello prescindible.

Serge Latouche, ideólogo de la teoría de decrecimiento.

Si bien la teoría de decrecimiento parece totalmente lógica, gran parte de la sociedad actual no está preparada para asumirla. Nos hemos acostumbrado a vivir con smartphones, reproductores de música, televisores planos; a usar cinco tipos diferentes de jabón en cada ducha y a irnos de compras, como mínimo, una vez al mes. Todo nos conduce a pensar que los recursos que nos ofrece nuestro planeta no tardarán en agotarse. Pero aún queda la confianza en la autorregulación del mercado. Cabe tener en cuenta que en cuanto un producto se esté agotando, los precios de éste aumentarán y como consecuencia las compras disminuirán: ley de la oferta y la demanda. La ley natural del mercado nos conducirá a utilizar energías renovables, a reciclar los materiales.

El marketing siempre ha tenido como función seducir al consumidor. Hoy en día este concepto se asocia a la creación de necesidades. La publicidad y todos los métodos de comunicación persuasiva nos hacen desear cosas que no necesitamos. La compra-venta de productos no cesa, la producción no se para. La economía funciona. No necesitamos un iPad, pero lo queremos. 


Chiara Dal Cero

martes, 13 de diciembre de 2011

Hiperrealidad

La Neo Televisión como exponente del posmodernismo y de la decadencia de la cultura


A finales de los años 60 surgió en Estados Unidos un movimiento cultural llamado hiperrealismo. Abarcó diversas artes, pero donde tuvo mayor importancia fue, sin duda, en la pintura. El hiperrealismo se caracterizó por su afán de querer copiar la realidad con el mayor grado de precisión posible. Sus obras gozaban de todo tipo de detalles que hacían parecer real algo que no lo era.

Pintura hiperrealista


En la actualidad, podríamos comparar las pinturas hiperrealistas con la televisión y sus nuevas propuestas. Reality shows, docu-realities, programas coatching, talk shows… son, todos ellos, formatos en que se apuesta por un juego de “realidad televisada”. Los protagonistas de estos programas entregan sus vidas por completo ante las cámaras y se nos muestran tal y como son en la realidad. O no. Así como un óleo hiperrealista se podía confundir con una fotografía, una ficción televisada podría confundirse con la realidad.

Y nos encontramos ante la constante duda de si lo que estamos viendo es verdad o es mentira. Una hiperrealidad característica del posmodernismo que se ha instalado en lo que llamamos Neo Televisión y que, al parecer, tiene pensado permanecer ahí durante mucho tiempo.

El concepto de hiperrealidad, se define como “la imposibilidad de la conciencia de distinguir entre realidad y fantasía”. Esto podría aplicarse a casi cualquier programa de televisión. De hecho, y con excepción de los informativos – que se supone que son un reflejo de la realidad y que, por lo tanto no deberían causar ningún tipo de confusión –, la empatía que se puede sentir al consumir cualquier producto audiovisual hace que vivamos en un constante estado de hiperrealidad. Vivimos experiencias en la piel de otros, lloramos y reímos cuando lo hacen los personajes de una película, nos enfadamos cuando el jurado de un reality show dicta una sentencia injusta…

Como he introducido anteriormente, estos nuevos formatos tan característicos de la Neo TV son la máxima representación de la hiperrealidad. Pero, a diferencia de un filme o de una serie de ficción, estos programas se nos presentan como muestras fidedignas de la realidad, hecho que, en la mayoría de los casos, no es verdad.

Podemos tomar como ejemplo cualquiera de los reality shows que últimamente inundan las parrillas televisivas. ¿Podemos fiarnos de lo que vemos? La Neo TV se basa, sobre todo, en el entretenimiento. Para conseguir un mayor número de audiencia, teniendo en cuenta la fragmentación del público debido al extenso número de cadenas, la espectacularización extrema es el método más recurrente. Así, lo que más llama de un reality en el que se evalúan las habilidades de los concursante, como “Fama, ¡a bailar!”, “Operación Triunfo” o “Supermodelo”, no son las aptitudes de los participantes, sino sus relaciones con los demás, las discusiones y crisis que se producen dentro del programa. De igual manera, programas como “Mujeres y Hombres y Viceversa” o “Granjero Busca Esposa” se alejan completamente del objetivo que se supone que persiguen sus participantes.

Rafa Mora, ex concursante de "Mujeres y Hombres y Viceversa"


Pese a todo, la audiencia sigue quedando encandilada frente a programas de este tipo. El hiperrealismo fascina a un público que, cansado de su frenético día a día, opta por vivir historias de vidas ajenas para separarse un poco de la suya propia. Si es todo verdad o si es todo mentira no tiene importancia, lo que importa es que sea morboso y entretenido.

Se puede creer que este tipo de formatos sean parte de la evolución natural de la televisión pero, si somos lo que consumimos, me asusta pensar que la entera población este formada por egocéntricos concursantes de diferentes programas acabados por show con afán de protagonismo. No importa el contenido más o menos deplorable de dichos programas, sino la aceptación que éstos tienen entre la sociedad. Nos tenemos que preguntar si es la audiencia la que se adapta a los nuevos formatos televisivos o si son estos formatos los que se deben adaptar al público.

¿Queda espacio para la cultura en televisión? Sí que lo hay y, de hecho, se sigue consumiendo. Sin embargo, el cambio de la Paleo TV, que era sobre todo información, a la Neo TV, que se basa en el entretenimiento, ha hecho que el tiempo en que la cultura es protagonista en la tele haya disminuido notablemente, dejándole paso a todos estos programas hiperrealistas, morbosos y escandalosos.

¿Qué nos depara el futuro? La televisión, como todo, funciona por ciclos, y llegará un día en que la audiencia se canse de consumir contenidos sin ningún valor añadido. El hiperrealismo en el arte se puso de lado y dejó paso a otros movimientos, sólo tenemos que esperar que la hiperrealidad televisiva termine por aburrir a las masas a las que tiene hipnotizadas y deje paso a contenidos de mayor calidad. 

Chiara Dal Cero

sábado, 5 de noviembre de 2011

La Guerra de las Pantallas - La Televisión Contraataca

Según el informe de Infoadex del pasado año 2010, el 55,7% de inversión publicitaria se hizo en medios no convencionales. De entre los medios convencionales, la televisión sigue siendo la reina, con un 42,1% del total de inversión.

La televisión es aún el medio de comunicación por excelencia, teniendo, en España, un 90% de penetración en la población de más de 14 años. Sin embargo, los tiempos, como dijo Dylan, están cambiando, y pese a que el número de personas que pasan horas delante de la caja tonta sea enorme, la influencia que tiene ésta sobre las decisiones de la audiencia se está reduciendo cada vez más. Sí, estoy hablando de publicidad, de esos malditos e interminables anuncios que nos incitan a que nuestro pulgar se ejercite haciendo zapping.



¿Qué está pasando? ¿Es verdad que cada vez nos influencia menos la publicidad en nuestras decisiones de compra? Lo que sabemos es que el spot tal y como lo hemos conocido hasta ahora ha perdido eficacia. Las razones son diversas. Por un lado, encontramos un nuevo producto, la TDT, que ha introducido decenas de canales nuevos que han provocado una fragmentación en las audiencias. Cabe destacar, también, que la relación que existía hasta hace unos años entre marca y consumidor ha cambiado completamente. Es tanta y tan abrumadora la oferta que el comprador se siente perdido, no es fiel a una marca, sino que lleva a cabo sus decisiones de compra, a menudo, al azar.

La empresas y agencias de publicidad han tenido que inventar nuevos formatos para hacer que la publicidad vuelva a ser tan efectiva como antes. El patrocinio de programas, el bartering o el product placement son nuevas dimensiones que nos muestran como se plantea la publicidad en la actualidad.

Aunque parecería que la publicidad está a salvo gracias a estos nuevos formatos, la televisión tendrá que pasar diversas pruebas antes de proclamarse vencedora – o, al menos, no perdedora –. Sus enemigos adoptan atractivas formas, son ligeros, táctiles y están poseídos por un ser tremendamente malvado: Internet. Las estadísticas lo dicen claro, y es que, según el reciente estudio de televidentes realizado por “The Cocktail Analysis” (septiembre de 2011), el 47% de los televidentes utilizaría, habitualmente, el ordenador portátil a la vez que mira la televisión. Un 34% consumiría el mix tele – tablet y casi un 30% afirmar utilizar el móvil mientras mira la tele.



La televisión convencional sigue siendo el producto de consumo central en los hábitos de los españoles, pero hay que tener en cuenta que iPads, portátiles i smartphones vienen pisando fuerte. Gran parte de las veces, cuando se utilizan dos soportes a la vez, se hace para comentar el contenido de la televisión en las redes sociales. Esta costumbre, cada vez más arraigada en los usuarios, podría jugar a favor del medio televisión. Sin embargo, el hecho de tener una herramienta de distracción durante los minutos de publicidad juega en contra de éste.

La estrategia que está llevando a cabo la televisión para contrarrestar con la falta de atención durante los anuncios es tan coherente que resulta obvia: si mientras emitimos anuncios nuestro público potencial navega por Internet, lo que hay que hacer es llevar el anuncio de la televisión a la red. Y es así como nacen todos aquellos anuncios en los que, literalmente, no se nos dice nada; simplemente nos despiertan la curiosidad y nos avisan de que, si queremos saber más, deberemos visitar su página web.

Internet es, en realidad, el Edén de la publicidad. Internet no tiene límites, no tiene restricciones. En Internet se puede ser creativo, original, brillante. Internet debería de ser el sueño de todo publicista pero, por el momento no lo es. El retorno que se produce con la publicidad en la red es difícil de calcular por lo tanto, la eficacia de ésta no está comprobada. Es por esta razón que, pese a sus debilidades y carencias, la televisión continúa siendo el medio predilecto para la publicidad above the line.

La “Guerra de las Pantallas” no ha hecho más que empezar, pero no creo que deba pasar mucho tiempo hasta que se produzcan cambios radicales. Quizá, y seguramente, estos cambios no supongan una transformación en la manera en que la televisión es percibida por el televidente pero, indudablemente, sí que los producirán en cuanto a cómo el anunciante nos propone sus productos a través de este medio.

Todo está en sacar las palomitas del microondas, sentarnos en el sofá, encender el televisor y observar lo que está pasando. Si lo hacemos bien nos daremos cuenta de que, oh, “the times they are a-changing”.


Chiara Dal Cero

viernes, 14 de octubre de 2011

El bosque de las manzanas de oro

Cuando se creó el bosque de las manzanas de oro, los intrépidos recolectores de fruta se esforzaban por recogerlas todas y por entregárselas al pueblo para que éste las pudiese admirar y entender. Las manzanas no siempre eran tan bonitas como los ciudadanos esperaban pero, gracias a ellas, disponían de un poder que les ayudaba a que los gobernantes no se saliesen con la suya constantemente. Disponer de las manzanas de oro significaba mucho. Pero fueron pasando los años, y los más poderosos criaron miles de serpientes que liberaron en el bosque. Cuando los recolectores iban a por las manzanas se las encontraban medio mordisqueadas. A veces, ni siquiera encontraban manzanas, sino peras de plata u otras frutas de menor calidad. Siguieron entregando esta fruta podrida al pueblo, que poco a poco se fue dando cuenta del engaño. Mientras, el poder y los más ricos se regocijaban por ser los únicos que tenían a disposición las manzanas de oro al completo. Sin embargo, seguían habiendo manzanas de oro a disposición de todos, pero crecían en lo más alto de los árboles para que las serpientes no llegasen a ellas y los recolectores no se paraban a recogerlas ya que tenían demasiada prisa por ser los primeros en llevarles fruta al pueblo.



Este cuento no es más que un paralelismo con la situación que ha vivido y sigue viviendo el periodismo. La verdad, (las manzanas de oro) , nos es a menudo ocultada o contada de manera imprecisa, ya sea por motivos políticos o económicos. Los periodistas, (los recolectores de manzanas), han sido siempre un estorbo para el poder, que muchas veces hubiese preferido que la verdad fuese ocultada. Los más poderosos han creado estrategias, a veces muy sutiles, para que esto suceda, para tener a los periodistas y, sobre todo, al pueblo bajo su control. Esta es una de las razones por las que el periodismo actual ha perdido calidad, pero no es la única.

Como indica Ignacio Ramonet en su libro “La explosión del periodismo”, diversos factores han impulsado a que el periodismo haya cambiado de manera radical en las últimas décadas. La aparición de Internet como medio global es uno de ellos. Este medio, o canal según se mire, ha supuesto un revolución total de la comunicación. Primero aparecieron los medios tradicionales con su versión digital; le siguieron los blogs, donde cualquier ciudadano, sea o no periodista, puede informar y/u opinar sobre un tema, colgar imágenes o vídeos; y finalmente de las redes sociales, como Facebook o Twitter, que gozan de millones de usuarios que hacen correr la información a la velocidad de la luz. Tanta información al servicio de cualquier ciudadano parece describir una situación idílica del periodismo y por lo tanto de la democracia, pero desgraciadamente no es así. El ritmo acelerado del mundo virtual obliga a los periodistas producir contenidos constantemente, muchas veces sin confirmar las fuentes y produciendo gravísimos errores. Del mismo modo, el tener a disposición tal cantidad de información puede producir en el usuario un estado de infoxicación. Tenemos en nuestras manos más información que nunca, pero estamos igual o más desinformados que antes.

¿Cómo separar la verdad y la mentira si cualquier persona en poseso de un ordenador puede hacer de periodista desde su propia casa? El caso “Tarendeep Gill” es una de las miles de pruebas que demuestran que la verdad está en peligro. Este informático canadiense inventó una noticia según la cual los usuarios de Internet Explorer poseían un cociente intelectual (CI) inferior al de los usuarios de Mozilla Firefox o Google Chrome. Se corrió la voz, y en pocas horas la falsa noticia apareció publicada en los principales medios mundiales (BBC, The Guardian, CNN…). El titular de La Vanguardia pregonaba lo siguiente: “Un estudio asegura que los usuarios de Chrome y Firefox son más inteligentes que los que usan Internet Explorer”. Pronto se descubrió la farsa, pero muchos medios no desmintieron la noticia. Ramonet cita en su libro el escándalo del caso “11-M”, el día de los atentados terroristas en Madrid. Con la información de una sola fuente, que en este caso tenía grandes intereses políticos, muchos medios nacionales publicaron titulares en los que se atribuía la masacre a ETA. Rápidamente fueron desmentidos, hecho que prueba, una vez más, que el periodismo de calidad camina sobre la cuerda floja.
¿Ha muerto el buen periodismo? La respuesta es, por suerte, no. Sin embargo, éste escasea, ya que el coste que conlleva hacer un buen trabajo de investigación es elevado y las pérdidas económicas que está padeciendo el sector son considerables. Los grandes grupos mediáticos apuestan, cada vez más, por contenidos fáciles, de escasa calidad y de bajo coste. Pero siempre hay excepciones. En “La explosión del periodismo” se comenta el caso Die Zeit, revista semanal alemana que apuesta por los artículos largos y de calidad, yendo a contracorriente de lo que es la información a día de hoy: breve, sensacionalista, frívola y simple. Die Ziet ha tenido un éxito considerable, su tirada supera hoy los 500.000 ejemplares.

¿Y en España qué? En nuestro país podemos disfrutar de artículos de calidad siempre y cuando estemos dispuestos a pagar por ello. Un claro ejemplo es la revista Orsai, creada este mismo año por el escritor y periodista argentino Hernán Casciari. La revista, que puede concebirse como un libro, es trimestral, no contiene publicidad y se difunde, sobre todo, por América Latina y España. Sus artículos, interesantes y largas reflexiones, están redactados por importantes periodistas de habla hispana. El precio de la revista es de 12 euros en Latinoamérica y 16 en España. Por desgracia, a partir de 2012, sus creadores se verán obligados a editar la revista cada dos meses, bajando el precio y disminuyendo el número de páginas de 212 a 148. Les ha sucedido prácticamente lo mismo que a los diarios tradicionales.

¿Cuál es el futuro del periodismo? Según Ramonet, la prensa escrita no desaparecerá, pero su esencia cambiará por completo. Comprarse un periódico no significará querer informarse, sino querer profundizar, analizar y reflexionar. Como consumidores de noticias debemos ser consciente de qué es lo que leemos y no conformarnos con cualquier cosa. Ser capaces de encontrar la información de calidad que se esconde tras tanta niebla.

¿Será la audiencia capaz de hacer este esfuerzo? Depende de cómo se le presente la información. Somos los futuros profesionales de la comunicación los que tenemos en nuestras manos la capacidad de cambiar la historia, de devolverle al pueblo las manzanas de oro. Todo es cuestión de quererlo.  


Chiara Dal Cero

sábado, 9 de julio de 2011

"Tuiteo" luego existo

Las redes sociales se han convertido, en muy poco tiempo, en herramientas indispensables tanto para empresas como para instituciones y particulares.  Es extraño que un grupo de música no esté en Twitter y aún más que no tenga su página de fans en Facebook, al igual que cada vez más políticos, medios de comunicación y periodistas han incorporado la participación activa en las redes sociales como parte fundamental en su trabajo.

La influencia de las redes sociales es muy relevante. El primer punto a destacar es que todo internauta tiene la posibilidad de decir la suya sobre cualquier tema. La cantidad de información que se produce a diario ha aumentado de manera exponencial desde la aparición de estas redes; y no sólo hablamos de información nueva, también hay que tener en cuenta la capacidad de compartir información preexistente. Por otro lado, gracias a estas herramientas se produce un fenómeno muy importante: estoy hablando del feedback, y no sólo entre compañeros, amigos o individuos particulares, sino que también se produce entre individuos e instituciones, por ejemplo.

Nuestros indispensables vicios


Tanta es la importancia que tienen las redes sociales a día de hoy, que participar activamente en éstas condiciona significativamente los resultados que se puedan obtener en cualquier ámbito.

Os cuento todo esto, no porque quiera que veáis que conozco el significado de la palabra feedback (que también), sino porque ayer asistí a un festival celebrado en la playa de El Prat de Llobregat, el Festival Ritmes, y me sorprendió que hubiese, relativamente, tan poca gente. Tocaron grupos de la talla de Triángulo de Amor Bizarro y La Habitación Roja, entre otros, y lo mejor de todo es que era totalmente gratuito. Fueron siete horas de música en directo, de las 22.00h a las 05.00h; cinco grupos diferentes se pasaron por el escenario; la situación y la temperatura de la noche acompañaban y, además, al terminar la última actuación, que fue la de Los Tiki Phantoms, la fiesta continuó en dos chiringuitos que se encontraban a escasos metros del escenario. En el primero, Buffetlibre Dj’s se marcaban una sesión más bien dance; en el otro, Joan Ramon Planell de Love of Lesbian, estuvo pinchando música más “alternativa” para el disfrute de todos los gafapasta de la playa.

Parece increíble que, ante este panorama, la playa no estuviese abarrotada de gente; pues bien, la afluencia al evento no fue, ni por asombro, la que yo me esperaba. Pero, ¿por qué? De acuerdo, anoche se celebraron también el PopArb (Manel, El Guincho, The New Raemon…) y el Cruïlla Barcelona (Jack Johnson, Public Enemy, Obrint Pas…) pero no creo que esta sea la razón principal de la falta de público en El Prat.  Sin embargo, creo que tuvo algo más que ver la poca resonancia que tuvo el festival en los medios de comunicación. A esto, debemos añadirle, y por eso he empezado hablando de las redes sociales, que el festival como tal, “Festival Ritmes”, no se encuentra ni en Twitter ni en Facebook. Un punto en contra de los organizadores, El Centre de Cultura Contemporània del Prat, quienes sí están en las redes nombradas anteriormente. Bajo mi punto de vista, con una mayor promoción del evento utilizando estas tecnologías la noticia hubiera llegado a más ojos y oídos y el festival hubiera tenido más éxito.

De todos modos, yo tuve suerte de poder disfrutar de buena música en directo en un ambiente envidiable. Eso sí, el público estaba formado, en gran parte, por treintañeros que, o bien eran de El Prat, o bien sabían del festival porque no era la primera vez que asistían, hecho que corrobora mi teoría.

Os dejo con la canción más conocida de los gallegos Triángulo de Amor Bizarro. ¡Pasad unas buenas vacaciones!



Chiara Dal Cero

martes, 7 de junio de 2011

No sólo de aire vive el hombre...

…a veces también necesita música. He aquí cuatro propuestas musicales, dos nacionales y dos internacionales,  que deberías conocer:

-   Cults: ¿Qué pasa cuando un chico y una chica de San Diego se conocen estudiando cine en Nueva York? Pues que, o bien pasan sus tardes en el Starbucks hablando sobre el cine negro de los 40, o bien se dedican a hacer música. Brian Oblivion y Madeline Follin se decantaron por la segunda opción y no se equivocaron. Canciones setenteras pero con un toque joven, Cults tocaron en el pasado Primavera Sound, en el festival de Coachella y lo harán en un par de semanas en Glastonbury. Su homónimo disco de debut salió la semana pasada y está triunfando. ¿Serás el último en escucharles? Este es su primer videoclip:



-   Varry Brava: vale, no son los recién llegados pero quizás no los conozcas y deberías hacerlo. Varry Brava son cinco chicos de Orihuela que, ahora mismo, están en el estudio grabando el que será su álbum de debut y que se estrenará este verano. A finales de 2009 vio la luz su maqueta “Ídolo”, once divertidos y contundentes temas pop que te harán bailar o, en su defecto, saltar. Mucho se les ha elogiado por sus potentes directos, y este verano tendremos más de una oportunidad para disfrutar de sus actuaciones: ya actuaron en el SOS 4.8 y los podremos ver en el Sonorama y en el Arenal Sound, entre otros. Radioactivo es una de sus canciones más pegadizas:


                                                                                                   
-   James Blake: es joven, es mono, es inglés y es un genio. O lo odias o lo amas.  James Blake es un londinense al que no le gustan demasiado las redes sociales, un tipo, según dicen, reservado, que ha encontrado la fórmula perfecta para mezclar melodías soul con dubstep, creando algo así como el “post dubstep ambient soul”. Su disco de debut, publicado hace pocos meses por Universal, lleva su nombre y, o te engancha en primera escucha o es difícil que lo haga. Sus canciones son oscuras, íntimas, con letras tan simples como complicadas, para escuchar en la bañera tomándote una copa de vino. Si le quieres seguir la pista, sólo tienes que meterte en su Myspace y decidir a cuál de los conciertos que tiene previstos hacer por todo el mundo prefieres asistir. Os dejo con este precioso vídeo, espero que lo disfrutes tanto como yo:



-   Supersubmarina: cuatro chicos de Jaén nos relatan historias de vida cotidiana sobre una base pop. En 2008 grabaron su primer EP, en 2009 el segundo y finalmente, en 2010, su primer CD, “Electroviral”, un disco muy fresco que, al escucharlo,  te deja con ganas de más. Incluye canciones preciosas como Supersubmarina y otras muy a tono con los acontecimientos políticos y sociales de las últimas semanas como XXI, que hacen de éste un trabajo muy completo. Hace un par de semana sacaron su tercer EP, “Realimentación”, que puedes escuchar en Spotify junto con “Electroviral”. Los podremos ver en el Low Cost Festival, en el Arenal Sound y en el Sonorama, entre otros. ¡Yo me muero de ganas! Os dejo el vídeo de la canción más “revolucionaria” de estos chicos:



Chiara Dal Cero

martes, 24 de mayo de 2011

Sitting at the edge of the world

Fisgoneando el Facebook de mi hermano los encontré... ¿Polock? Pues sí, Polock. El querido Spotify se portó bien y en seguida los encontró. Sin saber nada de ellos empecé a escuchar sus canciones y, en seguida, un par de sus temas obtuvieron mi más que preciada estrellita de destacadas. Quién les iba a decir a estos valencianos en sus tiempos de estudiante que  sus trabajos llegarían a oídos de un chaval cualquiera como yo, o sin ir más lejos que acabarían compartiendo cartel con Franz Ferdinand o Mando Diao… Polock está creciendo a un ritmo vertiginoso y la gente no está sorda. Sin comerlo ni beberlo han visto cómo en tan sólo 6 meses, su álbum de debut ha sido publicado en EEUU, Canadá, México y Japón.  

“Getting down from the trees”, ya se han hecho un notable hueco en el indie español y su presencia en los festivales nacionales ya es algo más que habitual, no sorprende a nadie. Pero ellos quieren más. En Marzo de este año hicieron su particular “USA Tour”. Poca broma. Según ellos, se alimentaron de The Strokes y Velvet Undergound para crear un propio estilo –bendita elección-, con alguna que otra pincelada de Sigur Rós –el teclista convivió con el hijo de uno sus integrantes-.

Por lo que hace a sus canciones, Fireworks es un pedazo de single que vicia y mucho. Y no son menos High on life o Sometimes que con su notable uso de sintetizadores, su ritmo pegadizo  y la frescura de sus melodías alegran el día a cualquiera. Espero que tú no seas la excepción, chato… o chata.

PD: ¡Mucha suerte para mis paisanos! Más tarde descubrí que el guitarrista era íntimo de mi hermano…  ¡fíjate tú!



Nacho Amela